La confusión del cuerpo
Lo que es esencial
Es fácil perder de vista lo que es esencial. Es fácil confundir los términos: lo que es importante y necesario, con lo que es prescindible, con aquello que no aporta un valor real a nuestra vidas.
Y es fácil que la marea de responsabilidades que conlleva un día normal nos arrastre lejos de la cordura, se lleve poquito a poco nuestra salud, y nos confunda sobre lo que es Esencial (en mayúscula), de lo que no.
El culto al Cuerpo
Meditando sobre la escala de valores que guía nuestros pasos y acciones, vinieron a mi mente ciertos datos sobre el así llamado “culto al cuerpo”.
Aquí, como en otros muchos aspectos de la sociedad occidental, se han invertido los valores: hoy nos encontramos al cuerpo como cumbre y meta, reemplazando las antiguas enseñanzas que consideraban el cuerpo como un templo (aquello que guarda algo preciado en su interior).
La aceptación de los demás
Al confundir la envoltura externa con lo realmente precioso, que se encuentra en el interior, le dedicamos tiempo al cuerpo, lo engalanamos… (hasta aquí todo perfecto) y, aquí llega la confusión, le hacemos de todo, para que cumpla un perfil de “bello”, o “aceptable”, o “hermoso”.
Esto normalmente significa: borrar, cortar, quemar, añadir, modificar, romper… Una extraña manera de rendirle culto a algo.
Durante la meditación, surgieron unas líneas sobre la belleza de la mujer (y del hombre; del ser humano, en general),
que invitan a ir más allá de lo que se califica como "bello", recuperando el hecho de que la verdadera belleza,
nunca te puede ser arrebatada; recordando el concepto del cuerpo como un lienzo en el que se dibujan
todas las aventuras y desventuras de nuestra vida.
Cambiar nuestra apariencia
Reproduzco dichas líneas a continuación. Fueron incluidas a modo de poema, en el libro “Horizontes de Rebeldía“, con el título de “Cirujano Pobre”, un imaginario profesional de lo estético que decide hablar desde la luz de su conciencia y elevar la voz ante el exterminio de arrugas que presencia cada día en su trabajo.
Para mí, es un recordatorio de que cambiar mi apariencia no cambia quién soy. Que lo superfluo lo seguirá siéndolo, no importa cuan importante yo crea que es… Y lo esencial, seguirá siendo esencial, nos demos cuenta de ello, o no.
Cirujano Pobre
Mírate al espejo y dime qué ves.
¿Notas los surcos que pliegan tu piel?
Son los afluentes de la vida que mueren en ti.
No te apresures,
Un minuto sirve para borrar su rastro; toda una existencia, para crearlo.
Obsérvate bien, sois dos cristales enfrentados.
Qué será de tu mirada triste sin las líneas que perfilan su dolor.
Dónde quedará tu bella sonrisa sin las canciones del pasado.
Son los trovadores de tu historia.
Un pergamino de pasión, amor y delirio, enrollado sobre sí mismo.
Contémplate, despacio.
¿Escuchas las sinfonías de tu niña? ¿Los sueños que sembraste mientras crecías?
Son las ramas del árbol que te ayudó a tocar el cielo.
Los pasos errantes que grabaste a fuego en el planeta.
La savia de tu propio firmamento en el viaje a través de la Galaxia.
Lee tu biografía, pon atención.
Son las encrucijadas polvorientas que muestran tu legado.
Las puertas que se abrieron ante ti cuando estuviste preparada.
El conocimiento simplificado que tanto te costó aprender.
Cada una de ellas, un guardián del tiempo en que mudaste la piel.
Contéstame, ¿has tomado ya una decisión?
Espléndida eres, mujer.
Íntegra en la plenitud de tu silencio.
Poema perfecto de tus hazañas.
Tú, completa, bella y sabia.
- Héctor Lajprem
- noviembre 22, 2021
- 9:20 am