Etapa de Infancia

SEMANA 3

Etapa de Infancia

“Si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” – Jesús. Nuevo testamento. Mateo, 18:2

El período de la infancia es extremadamente importante como base y modelo de la personalidad que se desarrollará posteriormente. 

La evolución de lo que somos se produce en esta etapa de forma inconsciente, casi como en un sueño, absorbiendo como una esponja las influencias externas con las que crecemos y convivimos. Todo deja una huella, una impronta. Algunas son superficiales; otras son tan profundas que sus efectos se dejan sentir treinta o cuarenta años más tarde.

La Etapa de Infancia en el Camino del Corazón es igualmente importante. Durante estos días nos enfocaremos en liberar la carga, el karma o las influencias externas que dejaron improntas limitantes durante la infancia. En este módulo I, las memorias estarán centradas en el cuerpo físico, donde iniciaremos el proceso de soltar el karma familiar, pero también de la nación en la que crecimos, así como de la especie humana.



Enseñanza

Más adelante veremos en profundidad una antiquísima enseñanza de los Vedas que afirma que “El Universo se creó en tu Corazón”. Poco a poco, vislumbramos la importancia de vivir conectados con el Corazón. Entonces, ¿cuál es la dificultad?, ¿cuál, el impedimento? ¿Por qué el ser humano no vive desde su corazón? Una respuesta que surge de este período de infancia es que “nos hemos programado a lo largo de nuestra vida para alejarnos del Corazón“.

Hemos construido una sofisticada red que nos mantiene alejados de nosotros mismos. ¿Cómo y por qué se creo esta red? Para protegernos. Las experiencias dolorosas en nuestra edad temprana nos impulsaron a crear (inconscientemente) un sistema de protección, una manera de insensibilizarnos al dolor. Y hay que decir que era necesario.

El sistema de protección es necesario para esta etapa vital (infancia). El modo de sobrevivir a aquellas experiencias dolorosas nos llevó a cerrarnos, a crear un muro protector, una coraza que aliviara un presente de sufrimiento. Era necesario, sí. Pero con el tiempo, se vuelve perjudicial.

Este muro protector, imagino que lo has adivinado, se crea en torno al Corazón. Y lo que un día sirvió de barrera al dolor, se convierte después en fuente de sufrimiento. El muro del Corazón nos cierra al exterior, nos limita la capacidad de vivir y experimentar nuestra existencia con intensidad, con plenitud. Y al cerrarnos a sentir y experimentar, también nos cerramos la posibilidad de ver y comprender qué se esconde tras las situaciones de nuestra vida. 

¿Por qué sucedió esto y aquello? ¿Qué lección hay tras esta experiencia? Sin la guía y la sabiduría de nuestra parte esencial (el Corazón) vagamos perdidos, de una experiencia a otra… Normalmente repitiéndolas, tropezando con la misma piedra una y mil veces.

La liberación de este muro alrededor del Corazón es la práctica principal del Módulo II (Renacer Emocional), donde podremos saber de qué esta hecho, por qué se formó y cómo derribarlo. Mientras tanto, te dejo unos apuntes:

  1. Detrás de cada metro de muro, de cada ladrillo, hay una experiencia con una emoción y un pensamiento asociado. Una creencia que se ha consolidado, bloqueando el acceso al corazón.
  2. El muro es tan real que uno se da de bruces con él cuando lo descubre (esa fue mi experiencia). En consulta, he encontrado muros ante los que la muralla china palidece. Literalmente, cientos de kilómetros alrededor del Corazón. Hechos de acero, de espinas…
  3. Para liberar y derruir el muro, hay un primer movimiento irremplazable: liberar la carga. O, dicho de otro modo, abrirnos paso al Corazón… Cosa que vamos a empezar a hacer desde esta misma Etapa.
  4.  ¿Y cómo lo hacemos? ¿Cómo abrimos un túnel o nos abrimos paso hacia el Corazón? Una de las maneras es “recuperando nuestra inocencia”, dejando las expectativas, convirtiéndonos en niños. Como dijo Jesús: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Así que para entrar en el reino de los cielos (quiero decir, en el Corazón), simplemente adoptamos una disposición a disfrutar, a entregarnos al presente y a dejar de lado cualquier expectativa o discurso mental.


Prácticas

En las siguientes meditaciones vamos a hacer contacto con las memorias, es decir, con las huellas o marcas que los acontecimientos de nuestro pasado dejaron en nosotros, concretamente, en el cuerpo físico. 

Una de las tareas es despertar esas memorias, hacerlas emerger hacia la superficie, donde las podemos liberar. Y la otra es acondicionar el cuerpo para que esa liberación tenga lugar. Este proceso de liberación es continuo: forma parte del viaje completo hacia el Corazón. Por eso, antes de llegar a las meditaciones importantes en cada Renacer, tendremos numerosas prácticas centradas en limpiar y fortalecer el cuerpo a todos los niveles (físico, emocional, mental y espiritual).

1- La Triple Cascada

Esta meditación corta requiere que adoptemos una postura sentada. Recuerda que la postura puede favorecer tu conciencia y concentración, o puede entorpecerla y facilitar que el ruido de la mente te atrape en sus ensoñaciones y en su larga cadena de pensamientos.

Así pues, adopta una postura cómoda, bien alineada, con la columna recta, y una actitud de atención relajada para comenzar la práctica de Triple Cascada, una meditación sencilla, breve y que tiene un efecto de limpieza general del cuerpo físico.

2- La Piel y las Memorias

Esta práctica sirve como preámbulo de “La Verdad de los Antepasados (Parte I)”. Funciona, tal y como su nombre indica, para entrar en contacto con las memorias, a través del traje externo del cuerpo, que es la piel.

Se trata de una meditación muy sencilla y muy breve, por lo que uno debe disponerse a ella de dos maneras: concentrado y relajado; con la disposición a percibir, con los sentidos abiertos, pero sin tensión. Recuerda que el estado ideal para la meditación es “estar presente: alerta y en calma“.

3- La Verdad de los Antepasados (Parte I)

Te recomiendo que esta práctica la hagas en postura “tumbada”, aunque también puedes sentarte si así lo prefieres.

La primera vez que experimenté esta meditación, el mensaje o la enseñanza que surgió de esta experiencia fue muy claro: “Para sanar tu vida, primero has de sanar la verdad de tus antepasados…, en ti“. El mensaje no fue sanar o liberar su dolor, o sus memorias y dificultades, o antiguos acontecimientos traumáticos que pudieran haber dejado una huella en el linaje familiar, sino “sanar su verdad”: sanar las más arraigadas creencias y esperanzas. Y es en esas verdades donde nos vamos a adentrar ahora.

4- Movimiento del Cuerpo

Esta técnica meditativa en la que “vamos a mover el cuerpo conscientemente”, recomiendo hacerla en silla. Se puede hacer también en postura “sentada en el suelo”, pero el estar un poco elevados nos va a favorecer en esta ocasión.

Una anotación importante es que los movimientos han de ser reales, físicos; no en la imaginación. Dichos movimientos los vamos a usar con el propósito de desbloquear el cuerpo. Como se suele decir: “el movimiento retarda la vejez, inyecta energía y vitalidad en el cuerpo”.

5- Mi relación con la Tierra

Comunicarse o relacionarse con la Tierra es más importante de lo que uno, en un primer momento, podría pensar. Ésta es una de las vías más comunes en los caminos de auto-descubrimiento, y por tanto, no puede faltar en el Camino del Corazón.

Establecer una relación consciente con el espacio que habitamos (con el planeta), es un pilar, un apoyo en el que descansar y sustentarnos, la base que nos permite avanzar hacia partes inexploradas de uno mismo, hacia lugares recónditos más profundos.

En el retiro presencial (Renacer Síntesis) vemos cómo el contacto con la Tierra es una de las prácticas básicas que nos ayudan en ese objetivo último que es: “Residir permanentemente en nuestra esencia”. La Tierra nos ayuda a ese propósito, a permanecer y a mantenernos en el Corazón…, pero eso vendrá más adelante. Ahora se trata de iniciar esta relación con la Tierra de una manera más consciente.

La práctica tiene una duración más extensa y recomiendo hacerla en postura “tumbada”. Para evitar el enfriamiento durante las meditaciones largas, puedes colocar una manta que cubra la parte inferior del cuerpo. Si decides usarla, lo ideal es que sea ligera, que no sientas su peso sobre ninguna parte en concreto. 



“He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño”  Joseph Heller

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