SEMANA 7
Guía Adicional
¿Recuerdas el muro del corazón y el concepto de imagen, la construcción mental que tenemos de nosotros mismos y nuestra imagen del mundo y de los demás? Si no lo recuerdas, puedes revisarlo antes de continuar, pues ahora vamos a explorar el hecho de por qué nos da miedo soltar esa imagen, por qué nos da miedo abandonar partes de nosotros.
La imagen que tenemos de nosotros mismos y el muro del corazón, que emerge como una protección durante los primeros años de vida, están conectados en gran parte. Tanto la imagen como el muro están basados en los acontecimientos y las memorias de nuestra vida: cada emoción y pensamiento ha dejado un poso, una huella; se han formado circuitos emocionales y neuronales, como una red o cableado que cumple dos funciones:
Mediante la construcción de una imagen, la mente cree que así puede controlar la vida, que puede evitar el dolor, de la misma manera que el muro que se crea en torno al corazón.
El principal problema, como ya veíamos, es que en cierto sentido “el ser humano pierde la capacidad de vivir su propia vida“, tan solo reacciona a ella. Reaccionamos ante las situaciones de la manera en que estamos programados para hacerlo, de la manera que se ajusta a la imagen que tengo de mí y a la imagen que tengo del mundo y de los demás. Veamos un ejemplo: de pronto, nos vemos enfrentados a una situación incómoda… ¿qué hacer? Normalmente…
Éstas son sólo algunas de las posibilidades. Cada persona reacciona de manera diferente ante una misma situación. Y si alguien confronta nuestra reacción, entonces decimos: “Esto soy yo” o bien “Yo soy así” o “Siempre he sido así”. Nos sentimos atacados. Cuando alguien juzga mis reacciones, siento que me está atacando, criticando, despreciando…
Es decir, identifico mis reacciones a lo que soy. Identifico la imagen que la mente ha construido del “yo” como el auténtico “Yo”. Y por eso, soltar la imagen, abandonar determinadas reacciones (por dañinas que sean), dejar hábitos (por perjudiciales que sean) o tomar decisiones opuestas a la imagen (por saludables que sean), nos aterroriza, porque creemos que eso es lo que somos, que la imagen que tengo en mi cabeza sobre mí es real.
Pero cuando nos damos la oportunidad de cuestionar lo que damos por hecho, se abre la posibilidad de descubrir qué hay de verdad en todo ello. Y, más importante, la posibilidad de soltar (o dejar o morir o abandonar o limpiar) todas aquellas partes de nosotros que crean desorden, infelicidad, conflicto, sufrimiento, tristeza… etc.
Historia
En los últimos días de Ramana Maharshi, cuando su muerte estaba próxima, un discípulo le preguntó: “¿Dónde vas? ¿Por qué nos abandonas?”.
El maestro abrió sus ojos y rió. Luego respondió: “Dicen que estoy muriendo, pero yo no me marcho. ¿A dónde podría ir? Yo estoy aquí”.
Práctica
1- Disolverse y Unirse
Como práctica adicional de esta etapa disponemos de una meditación en la que traer a la superficie algún tipo de desequilibrio físico o emocional del pasado (puede ser de esta semana o este mismo día incluso) y disolverlo en el espacio de la conciencia. Puedes realizarla tanto en postura “sentada” como “tumbada”.
“Siempre que te pongas a la defensiva, ten en cuenta que te has identificado con la ilusión del ego” – Un Curso de Milagros